D O M I N I O P Ú B L I C O
Por Francisco Maravilla
Atentos deben estar los aspirantes de la 4T a las distintas gubernaturas en el 2024 al caso de Ricardo Mejía Berdeja en Coahuila. A escasos días de las elecciones el PT lo dejó solo; es decir, sin partido que lo acompañara en las elecciones del 4 de junio. El exabrupto electoral puede obedecer a un duro mensaje que quiere enviar el presidente López Obrador a todos los aspirantes.
Ricardo Mejía era muy cercano al presidente. Tan cercano que el mandatario federal lo asignó como subsecretario de Seguridad Pública. Sin embargo, cuando el funcionario federal externó su deseo de ser candidato a la gubernatura de Coahuila, el presidente se lo negó. Esta posición ya la había entregado al senador Armando Guadiana. Tras la negativa el exsecretario, en lugar de disciplinarse, se reveló y presentó su renuncia al gabinete para buscar, a su suerte, la gubernatura de dicho estado. La salida de Mejía Berdeja le mereció en al menos dos ocasiones los comentarios del presidente López Obrador, quien ponderó que el exfuncionario se había ido sin ni siquiera despedirse. Lo calificó de mal agradecido. En su más reciente ataque al candidato petista al gobierno de Coahuila, el ejecutivo de la nación le reprochó que no debería estar utilizando su nombre porque no es cercano a él ni a la 4T.
La semana pasada Ricardo Mejía recibió un golpe mortal a sus aspiraciones políticas, cuando el PT, el partido que lo postuló, le retiró el apoyo, tal como lo hizo el Verde Ecologista, para sumarse a la candidatura de Morena, representada por Armando Guadiana.
A pesar de la declinación a favor de Morena, aún con el apoyo del PT y el Verde Ecologista, es muy difícil que Guadiana pueda ganar las elecciones. El motivo, el repudio de las bases de Morena y la ausencia del apoyo que presume tener. Durante la campaña él y su equipo de campaña han reiterado la simpatía de los morenistas y sus aliados, afirmación que sólo ellos creen. Esto le deja libre el camino al candidato del PRI, Manolo Jiménez.
Por otra parte, las encuestas y los distintos comentarios de diversos analistas políticos indican que en el estado de México va a ganar Delfina Gómez. Su triunfo daría un golpe contundente al PRI, no solo porque tiene el padrón electoral más grande del país, sino también porque terminaría con uno de los bastiones priistas más emblemáticos, quedando solo Coahuila. Morena pondría fin al grupo priista más representativo del tricolor, el Grupo Atlacomulco.
Todo parece indicar que pese a la derrota en Coahuila con Armando Guadiana, AMLO sabe cumplir con sus acuerdos, a sabiendas que el candidato de Morena en esa entidad no era el idóneo. Parecería que más que sostener a Armando Guadiana, estaría intercambiando con el PRI las plazas. Entendiendo que si hubiera querido ganar las elecciones en ese estado del norte del país, hubiera arrasado aprovechando la aceptación que tiene el mandatario federal, el control de los recursos federales y la fuerza que tiene, salvo en algunas entidades como Chihuahua o Yucatán. En esta dinámica, podría suponerse que el ejecutivo de la nación intercambio las plazas, por eso la explicación de que Guadiana fuera su abanderado. Necesitaba un candidato perdedor. El propósito de ganar en el Edomex, es que los priistas, con la derrota de Alejandra del Moral, se sintieran en la orfandad y buscaran cobijarse bajo las siglas de Morena en el 2024.
Con el caso de Ricardo Mejía, el mensaje que AMLO estaría enviando a los candidatos de Morena a las gubernaturas, incluido Puebla, es que no tiene confianza en los gobernadores porque él, desde el 2006 y 2012, sufrió y vio como gobernadores del PRI se pasaron a apoyar a Felipe Calderón. La desconfianza se explicaría porque los actuales gobernadores de la 4T se han convertido en caciques en sus entidades, todavía más que en su momento los priistas, o iguales. Uno de los casos fue el de Miguel Barbosa, en Puebla; otro el de Lorena Cuéllar en Tlaxcala; Cuauhtémoc Blanco en Morelos, quien tras ganar abanderando a Encuentro Social se convirtió al morenismo, y Cuitláhuac García en Veracruz. La característica común entre ellos son los gobiernos autoritarios y en algunos casos la represión.
Ante este entorno político, López Obrador sabe lo que se está jugando en las elecciones del 2024; además, ante el crecimiento, sino de la oposición si de la animadversión contra la 4T, sobre todo en las zonas metropolitanas. Como antecedente está el caso de la Ciudad de México donde la oposición ganó varias alcaldías. O en Puebla, cuando en el 2019 Miguel Barbosa tuvo que inhibir el voto en la zona metropolitana y buscar el voto priista que le permitió ganar la gubernatura.
La animadversión contra López Obrador, y en general contra la 4T, está ubicada en las clases medias y en menor medida en las altas, las cuales se encuentran en las ciudades y les tienen un fuerte rechazo. Ante este escenario el presidente López Obrador y la 4T podrían sufrir un grave revés, toda vez que carecen de candidatos fuertes, aunado al debilitamiento de los partidos políticos. En esta dinámica podrían intervenir los grandes capitales, aunque no el de los magnates, pero si el de los grandes empresarios que podrían aportar dinero a las campañas en contra de los abanderados de Morena y sus aliados.
En esta lógica se podrían hacer pactos o acuerdos debajo de la mesa que pretendieran dar un golpe a López Obrador en plena elección. Por eso el ejecutivo del país tendría que garantizar que los gobernadores, que tienen las estructuras territoriales estatales, necesarias en este momento, cumplan su encomienda rumbo al 2024. La presión que está ejerciendo sobre ellos se debe a que no confía en su lealtad. Además porque él es el dueño del movimiento social y quien le da identidad. Por encima de la 4T es un movimiento lopezobradorista.
Por otra parte, López Obrador tiene en su poder las franquicias electorales. Al menos las más importantes, las cuales permiten competir y ganar cargos de elección popular, pero no es dueño de las estructuras estatales, que movilizan el voto, lo promueven y lo cuidan.
Volviendo al inicio de esta columna, AMLO pone como ejemplo el caso de Ricardo Mejía Berdeja en Coahuila. Permitió que el exsecretario renunciara a su gabinete y se fuera a Coahuila a buscar la candidatura apoyado por el PT, uno de los partidos aliados del morensimo. Sin embargo, cinco días antes de las elecciones y a uno de su cierre de campaña, lo desfonda. Lo deja sin partido. Puede participar en la elección, pero sin el respaldo de un instituto político. La circunstancia electoral tomará varias vertientes: quienes siguen apoyando a Mejía, quienes sufragarán a favor de él porque no simpatizan con López Obrador y los que se expresarán en las urnas contra la 4T porque perciben que esta medida es desaseada. De cualquier forma AMLO recibiría un fuerte golpe en las elecciones de Coahuila.
El mensaje que el mandatario de la nación está mandando a quienes aspiran a ser gobernadores es que también los puede dejar a su suerte; es decir, sin partido que los impulse y respalde
Aunque los gobernadores o candidatos morenistas pacten o acuerden con las estructuras locales, AMLO no va a dudar en dar golpes en la mesa para asegurarse que le den el número de votos que necesita para arrasar en las elecciones que se avecinan. Tropicalizando el mensaje, en Puebla la dedicatoria sería para todos los aspirantes a gobernadores, pero en particular para Alejandro Armenta, quien tiene la mayor estructura.