D O M I N I O P Ú B L I C O
Por Francisco Maravilla
En política no hay amigos, hay intereses, dicen los mismos políticos. En el caso del gobernador Miguel Barbosa Huerta aplican las dos. El pasado 5 de mayo, durante su visita a la entidad poblana, no sólo fue obvia sino despectiva la actitud del presidente Andrés Manuel López Obrador y su comitiva respecto al mandatario local. El ejecutivo de la nación fue el invitado de honor para presidir el desfile conmemorativo del triunfo del ejército mexicano sobre los invasores franceses. La zona de los fuertes, frente a la estatua del general Ignacio Zaragoza, fue el escenario para recordar el triunfo de la heroica batalla y atestiguar el fracaso de Barbosa Huerta, avasallado por el líder de la 4T. Quedó claro que no media amistad entre el gobernador poblano y el presidente de la república. Tampoco interés por Puebla. La oposición tiene más atención del presidente que el hombre que dirige el destino de la entidad.
Hace unas semanas, en entrevista radiofónica en un noticiero local, Barbosa Huerta presumió su cercanía con el presidente morenista. Ponderó que no sólo los une una causa política común, sino una sólida amistad de años. Al mismo tiempo soslayó la relación que guarda la expresidenta municipal, Claudia Rivera Vivanco, con AMLO. Ella y su mamá, Eloisa Vivanco -quien preside la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de Morena-, dijo, no son cercanas al presidente. No se dejen engañar por las apariencias, destacó. Si ambas quieren simular estar en las confianzas de López Obrador, les sale a la perfección.
Que no sean amigos es cosa de ellos. Lo que preocupa es que su distanciamiento afecta el desarrollo del estado a la hora de designar recursos y programas federales. Si a esto le agregamos la ausencia de un cabal plan de desarrollo para la entidad, la opacidad y las lentas acciones de gobierno, Puebla está sentenciada al estancamiento, sino es que al retroceso. La muestra: Puebla quedó fuera de las acciones de la federación para optimizar los servicios de salud, anunciada hace poco por el ejecutivo de la nación. Ya lo dijo Barbosa: que hará rendir el poco presupuesto y que seguirá apoyando a la 4T. Antes que el bienestar de los poblanos, antepone una causa ajena al mejoramiento de la entidad. Aunque Barbosa se diga un político profesional, lejos está de serlo: en ambas ha quedado mal.
De ser profesional, como se asume Barbosa: construiría acuerdos, establecería el dialogo, elaboraría proyectos, aportaría soluciones, y se sumaría e impulsaría el esfuerzo de funcionarios y de sus compañeros de partido para transformar al estado y al país. No es de compañeros ser ventajoso, aplicar la venganza, el desquite, la deslealtad y la simulación. Y menos es de amigos fallar, aparentar y traicionar: criticar y reprochar. Más cuando se está en deuda. Cuando se ha recibido la solidaridad y apoyo de un compañero y amigo para lograr las aspiraciones personales. El presidente López Obrador se ha dado cuenta de que no es correspondido. Quién estuvo con Barbosa cuando perdió la elección a la gubernatura y en su segunda postulación como candidato: el presidente. Quién destinó recursos para atender a la sierra de Puebla: el presidente. Quién envió a la entidad 840 millones de pesos para damnificados por el huracán Grace: el presidente. Quién impulsó la rehabilitación de escuelas en el estado: el presidente. Quién apoyo al gobierno estatal a combatir el huachicol: el presidente. Muestras de López Obrador sobran.
Quién boicoteó el gobierno municipal de Puebla y perdió la capital poblana: Barbosa. Quién reclamó a la federación la falta de apoyo para transformar el aeropuerto Hermanos Serdán: Barbosa. Quién reprochó al gobierno federal no entregar recursos para atender pacientes de Covid-19: Barbosa. Quién criticó que Puebla estaba en desventaja financiera en aportaciones federales: Barbosa. Quién acusó al gobierno de AMLO de desabasto y de incumplir con el envío de medicamentos: Barbosa. También los ejemplos sobran.
Las peticiones y reclamos del gobernador no están fuera de lugar. Lo que no es correcto, políticamente, es ventilar públicamente los temas con los que no está de acuerdo el mandatario y exhibir las deficiencias de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, y utilizar sus conferencias de prensa y declaraciones en medios de información para hacer quedar mal a el ejecutivo del país. El comportamiento de López Obrador el 5 de Mayo en Puebla no podía ser otro: parece que Barbosa dejó de ser su amigo para ser un gobernador más de oposición.