Carlos Ahumada Kurtz (Córdoba, 1964) es un hombre escurridizo. El empresario argentino, que llegó a principios de siglo a estar en boca de todo México, llevaba varios años fuera del radar cuando en agosto de 2019 fue detenido en Buenos Aires. La policía respondía a un pedido de Interpol: la justicia mexicana le acusaba de defraudar al fisco 1,4 millones de pesos, unos 63 mil dólares. Un año después ha logrado escapar a la extradición gracias al fallo de un tribunal argentino que consideró que no había delito. “No tenía ni pies ni cabeza”, dice el empresario en entrevista con El País sobre la solicitud judicial.
Ahumada, que llegó a tejer una extensa red de poder entre sus negocios y decenas de funcionarios en ambos países, se convirtió en enemigo de la izquierda mexicana en 2004 cuando expuso unos videos en los que se le veía en su despacho pagar sobornos a operadores del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Entre los expuestos había colaboradores cercanos del presidente Andrés Manuel López Obrador, que en ese entonces ocupaba el cargo de jefe de gobierno de Ciudad de México. Las consecuencias de aquella jugada que le llevó a pasar un período corto en prisión le acechan hasta hoy, asegura. “Sería muy lamentable que por haber sido yo uno de los problemas más importantes que tuvo el presidente en su carrera política, el que más le dolió, me esté persiguiendo por venganza y sin ninguna prueba jurídica”, dice al otro lado del teléfono.
La Fiscalía General de la República (FGR) de México dio a conocer semanas antes del arresto en un aeropuerto de Buenos Aires que preparaba acusaciones contra el empresario por extorsión, fraude, falsificación y uso de documentos apócrifos. Las justicias de ambos países, sin embargo, no parecen ponerse de acuerdo en los criterios. El fiscal argentino Guillermo Marijuan, a cargo de la causa de extradición, explica que la solicitud de México carecía de sustento. “Se rechazó porque se lo estaba pidiendo por la no presentación de unas declaraciones juradas, y esta persona se presentó y creo que hasta pagó una multa”, dice.
Según el expediente judicial, Ahumada demostró que el dinero por el cual se le reclamaba no correspondían a ganancias hechas por él en México, sino a movimientos entre sus propias cuentas. Solo le quedó por justificar 2 mil 840 pesos, que junto a los recargos y una multa sumaban menos de 5 mil 500 pesos, unos 250 dólares. “A ningún mexicano en el mundo, el gobierno de México lo persigue por deberle eso al fisco”, reprocha con un tono siempre tranquilo. “Quiero pensar que en los próximos días cesará esta persecución hacia mi persona”. Pese a la pequeña victoria en la causa de extradición, México podría volver a solicitar la medida a Argentina, pero tendría que hacerlo por otro motivo “siempre y cuando el delito sea grave y tenga que resolverse en el país”, explica un portavoz de la fiscalía.
La política mexicana ha visto esta semana temblar sus cimientos por acusaciones de corrupción y la aparición de varios vídeos que mostraban a funcionarios recibir efectivo de origen desconocido. El último, en el que se veía al hermano de López Obrador agarrar sobres con dinero para campañas electorales, sacudió al gobierno y revivió del pasado el caso de los videoescándalos, las imágenes grabadas por el propio Ahumada y filtradas a los informativos mexicanos. “El presidente debe tener asuntos más importantes ahora, quiero pensar que no tiene idea de lo que está pasando en mi caso. Demostraría que es una persona extremadamente rencorosa”, comentaba Ahumada antes de la filtración de esa grabación.
El polémico hombre de negocios conoce la política mexicana desde adentro como pocos. A principios de siglo era muy cercano a los líderes del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Dueño del Grupo Quartz, una empresa constructora, recibió varios contratos de obra pública durante algunas administraciones del PRD en Ciudad de México. Uno de ellos fue el de Rosario Robles, exjefa de Gobierno del Distrito Federal y exministra de Enrique Peña Nieto y con quien mantuvo una relación sentimental. Robles ha cumplido recientemente un año en prisión, acusada del delito de omisión.
La segunda deuda pendiente que tiene el empresario con la justicia mexicana fue una denuncia realizada precisamente por Robles, quien le acusó de extorsión y fraude. Ambas causas “fueron armadas” por la exministra y Juan Collado, el exabogado de Enrique Peña Nieto, asegura Ahumada. “Manejaban a su antojo el país y querían encarcelarme sí o sí”. Insiste: “Es una causa ridícula, no entiendo por qué no lo han querido ver en el gobierno. Salvo que los mandos medios de la fiscalía quieran quedar bien con López Obrador, creyendo que él tiene sed de venganza conmigo por haber dado a conocer la gran corrupción que imperaba en su partido”.
Las acusaciones cruzadas entre Robles y Ahumada se dinamitan a partir de la filtración de los videos. “El modus operandi de Rosario por lo menos desde 1999 ha sido defraudar sistemáticamente. Cuando estuvo en el Gobierno del Distrito Federal se robó mil millones de pesos. No contenta con eso, durante el sexenio de Peña Nieto, dicen las investigaciones que se llevaba los camiones de caudales a su casa”, acusa. La defensa de la exministra dice que el empresario “carece de legitimidad y calidad moral” al ser un prófugo de la justicia. “Si el señor Ahumada sabe de algún hecho que deba darse a conocer, lo invitamos a que venga a México a formular su denuncia ante las autoridades mexicanas, con quienes por cierto tiene asuntos legales pendientes que resolver“, responde el abogado Javier Sánchez Rojas.
La vida argentina de Ahumada
Su pasado argentino tampoco le deja en paz. Ha sido denunciado ante la justicia por Gustavo Vera, actual titular del Comité Ejecutivo para la Lucha contra la Trata de personas, por haber sido señalado como parte de una red de tráfico de efedrina -un fármaco sintético- entre Argentina y México. En esa causa judicial, se le vincula a través de los hermanos José Ramón y Carlos Granero. El primero era titular de la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas, el organismo que permitió el ingreso del fármaco al país, durante el kirchnerismo. El segundo es un empresario del mundo del fútbol que fue socio de Ahumada en varias empresas.
Una de esas empresas fue Ateliers, a través de la cual Ahumada tomó la gerencia del club deportivo Talleres de Córdoba. El periodista Facundo González recuerda de aquella época que siempre estaba rodeado de gente de poder, políticos. “Para ellos era un tipo útil en ese momento, pero su forma de manejarse tenía una parte oscura con la que no querían ser relacionados”. Los contratos con cifras estratosféricas era lo que más le llamaba la atención al entorno deportivo, acostumbrados a ver una gestión correspondiente a un club de segunda categoría del fútbol argentino.
Uno de los contratos que firmó por aquella época fue con Radio Mitre a cambio de un espacio. José Gabriel Carbajal trabaja ahí y fue puesto a cargo del espacio radial por el propio Ahumada. Para coordinar el programa le tocaba visitar al empresario en su vivienda en la ciudad de Córdoba. “Los empresarios iban a su casa con valijas de dinero. Yo he visto a uno ir a pedir un millón de dólares o un árbitro irse con una valija”, dice. Carbajal lo recuerda como un hombre con la arrogancia del que pone el billete. “El dinero que se manejaba en aquella casa no tenía que ver con Talleres. Los ingresos del club en aquel momento no podían ni cubrir los sueldos que supuestamente se pagaban”.
El origen del dinero de Ahumada siempre estuvo rodeado de más dudas que certeza. Cuando la policía lo arrestó en 2019, la mesa en la que se desplegaron sus pertenencias mostraba fajos y fajos de dólares. Actualmente, asegura, vive en Buenos Aires y se dedica al negocio de la energía solar. Tiene a su nombre una empresa llamada Promotora de Energía Solar, pero parece inactiva en papeles. Ni siquiera los teléfonos o el correo existen realmente. De sus negocios en su país de origen, prefiere no hablar, al menos de momento. Tampoco tiene planes de volver a pisar tierra mexicana. “Lo mejor es estar aquí, en Argentina”.
(El País)