Ciudad de México.- Expuesto hasta ahora por cinco conversaciones reveladoras sobre su manera de pensar y operar en asuntos públicos y privados, el dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, llegó debilitado, como su partido, a las elecciones del 5 de junio.
En medio de un éxodo de priistas al partido Morena, e inclusive a Movimiento Ciudadano, dos de las cuatro gubernaturas que el PRI conserva se enfilan a la cauda de derrotas que registra desde 2018, cuando aún gobernaba en 20 estados de la república.
Su dirigencia, ausente de la discusión política excepto en coyunturas, como la reforma energética, logró ocupar la agenda de la semana precedente a las elecciones, con la revelación de una llamada entre Moreno Cárdenas y el exgobernador de Chiapas Manuel Velasco, en la cual el también senador del Partido Verde le transmitió un supuesto mensaje del secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández: “Irán con todo” si el PRI no aprobaba la reforma energética.
Para Moreno Cárdenas ese fue el detonador que resultó en una serie de conversaciones publicadas por la actual gobernadora de Campeche, Layda Sansores.
Con esa reorientación del debate sobre el origen y las motivaciones de la filtración de conversaciones, Moreno Cárdenas cerraba el periodo proselitista en seis entidades federativas donde su nonagenario partido termina por jugarse la mitad de su resto, las gubernaturas de Oaxaca e Hidalgo en público distanciamiento de los gobernadores en funciones emanados del PRI.
Uso y costumbre del priismo histórico, proclive a la invocación de la “institucionalidad”, la prudencia que les caracterizaba señaladamente la víspera de los comicios se ha visto alterada con la irrupción en escena de veteranos tricolores que, organizados en distintas corrientes internas, demandan la renuncia de Moreno y el cambio en la dirigencia nacional.
Consultada al respecto, la expresidenta nacional del PRI Dulce María Sauri Riancho advierte: “Lo peor que le pudiera pasar al partido en esta situación de vulnerabilidad, y en este momento, es una disputa por la dirigencia. Los valores del interés superior del instituto político y generosidad política deben prevalecer, aunque suene utópico”.
También considera, como lo hizo hace un año tras la derrota en las elecciones, que debe haber un debate a fondo sobre el rumbo del país y el papel que le corresponde al PRI, sobre lo que puede aportar al proceso democrático que considera amenazado y, naturalmente, para que el instituto político tenga futuro.
“Estamos hablando de un partido que tiene más de 90 años, 93, que aspira a ser centenario y tiene que llegar al 4 de marzo de 2029, tendrá que pasar la elección del 24 como un partido histórico no testimonial”.
–¿Considera que puede llegar a ese centenario?
–Mire, con carácter histórico sí, testimonial tal vez. Pero el PRI nació desde el poder para ejercer el poder; entonces, para ser fiel a sus raíces tiene que estar en condiciones de disputar democráticamente el poder.
Además, sostiene, con todo y las situaciones que padece el PRI y el rechazo ciudadano en las encuestas, sigue teniendo una fuerza electoral que de ninguna manera es desdeñable… “Pero no es por siempre, no es patente escriturada porque la sociedad es plural y está sometida a la presión que durante muchos años el PRI ejerció sobre la sociedad”.
Agrega que Morena “es como el PRI de la década de 1970, las tácticas que emplea son las de aquel PRI de los setenta, que justamente el proceso democrático de México fue acotando hasta casi eliminar y pensar que, como la viruela, no volvería a aparecer”.
(Proceso/Fragmento de reportaje publicado en la edición 2379 de la revista)