El 29 de octubre de 2016, Santiago Peña dejó el Partido Liberal y se afilió al Partido Colorado. Tenía 37 años y ya era ministro de Hacienda, el más joven en la historia del país, en el gobierno de Horacio Cartes. La foto del presidente colocando la pañoleta roja del partido en el cuello de Peña selló para siempre la suerte de este economista formado en Estados Unidos y ex funcionario del Fondo Monetario Internacional. Casi siete años después, Peña es el nuevo presidente electo de Paraguay.
Cartes lo encumbró, pero pudo ser un lastre. Desde que Estados Unidos sancionó al expresidente por lavado de dinero, Peña hizo malabares para convencer al electorado, sobre todo los más jóvenes, de que era un hombre honesto que representabas el cambio. “Las personas que están afectadas por estas sanciones tienen el derecho y deberían tener también la obligación de defenderse. Es lo que ha dicho Cartes, que niega las acusaciones”, dijo Peña esta semana en una entrevista con El País.
En estas elecciones tuvo que lidiar con la idea de que será un títere del expresidente, uno de los hombres más rico del país y hoy vencedor de la interna que lo enfrentó con el actual jefe de Estado, Mario Abdo Benítez, por el control del Partido Colorado. Peña se sabe un tecnócrata sin experiencia política, pero apeló a su juventud para convencer a los paraguayos de que es capaz de renovar un movimiento que lleva más de 70 años en el poder. En la última etapa de su campaña, con todo, su discurso viró hacia estrategias más tradicionales: prometió trabajo público a cambio de votos.
Peña ha vivido rápido. Nació en Asunción en 1978 dentro de una familia de clase alta. A los 17 años fue padre del primero de sus dos hijos con Leticia Ocampo, su actual esposa. Estaba aún en el colegio secundario. Cuando apenas tenía 30 años, el FMI lo convocó para trabajar en Washington. A su regreso a Paraguay, integró el directorio del Banco Central, fue ministro de Hacienda y luego director de un banco propiedad de Cartes. En 2018 probó con una candidatura, pero perdió contra Abdo Benítez, el presidente saliente, en las primarias partidarias.
Suele decir que el Partido Colorado sobrevive al paso del tiempo porque “sabe reflejar los diferentes momentos de la historia paraguaya”. “También estoy seguro de será el partido que se adapte a los futuros cambios. Yo soy prueba de ese cambio generacional. De alguna manera, reflejo una visión moderna del Paraguay”, dice. En este delicado equilibrio entre pasado y futuro se juega su futuro Gobierno.
(El País)