DOMINIO PÚBLICO
Por Francisco Maravilla
Todo parece indicar que Claudia Rivera Vivanco inició la campaña de su derrota en su ambición de lograr tres años más al frente del ayuntamiento de Puebla. No solo pesa en su contra la mala administración municipal (la peor calificada en el país), su confrontación política y falta de oficio electoral; sino además la falta de unidad en Morena en torno a su candidatura y la fractura en su primer círculo. El punto de quiebre, su alter ego local: Liza Aceves, a quien cree ciegamente y defiende a la más mínima provocación. Juntas llegaron y juntas podrían dejar el ayuntamiento capitalino después del 6 de junio.
El rompimiento es reciente, pero la sobrevivencia política no. El grupo riverista empezó a tambalear con las aspiraciones de René Sánchez Galindo de buscar una diputación federal, y que fueron frustradas debido a que Liza Aceves lo desplazó por el criterio de paridad de género. Sin embargo, la exsecretaria General del ayuntamiento declinó para sumarse a la campaña de la alcaldesa. Tras el fallido intento de ceder la candidatura a favor del hermano de Claudia Rivera, inició la simulación: aparentaron impulsar a Sánchez Galindo para abanderar a Morena en el distrito 12 de Puebla. Al interior de la comuna era evidente que el exsecretario de Gobernación estaba solo y que su lastre político estaba en la burbuja riverista.
Engañado y traicionado, René Sánchez Galindo se trasladó a la ciudad de México para buscar respaldo a sus pretensiones legislativas. Luego de convencer a distintos mandos morenistas, el exsecretario de Gobernación municipal se impuso exhibiendo el doble juego de Aceves y Rivera, quienes se convirtieron de facto en sus verdugos electorales.
A la lista de engañados por el grupo riveristas, se agregó también el regidor Iván Camacho Mendoza, a quien le ofrecieron una candidatura y lo dejaron esperando. Y lo mismo que René Sánchez, buscó por sus medios representar a Morena en San Lázaro.
La campaña de Claudia Rivera empieza en falso, frágil y sin la cohesión que se requiere para enfrentar una contienda electoral. Los perfiles que impulsó no son lo suficientemente sólidos para obtener el triunfo en las urnas. Si a esto se suma que la poca estructura de Morena en la entidad no es de ella sino del gobernador Miguel Babosa, del senador Alejandro Armenta Mier y del diputado federal Alejandro Carvajal, sus probabilidades de triunfo se reducen sustancialmente.
En un primer acercamiento, la mejor estructura quedaría descartada y sería la del senador Alejandro Armenta, quien habría ofrecido su respaldo a la alcaldesa capitalina durante la contienda interna del partido morenista; sin embargo quedó paralizada tras el escándalo de uno de sus principales operadores políticos, el expriista y ahora expulsado de Morena: el diputado Saúl Huerta, acusado de abuso sexual en contra de un menor de edad; además elemento fundamental del senador en la junta auxiliar de San Francisco Totimehuacan. Esta circunstancia habría abonado al rompimiento con Rivera Vivanco cuyo primer indicio se dio desde semanas antes, cuando se disputaban la imposición de las candidaturas.
La segunda estructura está bajo la tutela de Alejandro Carvajal quien ha perseverado en el activismo y mantenido distancia con la candidata reeleccionista. No están peleados, pero no comulga con el riverismo.
Finalmente estaría la estructura del gobernador Barbosa Huerta, quien desde las elecciones del 2018 mantiene una confrontación política, y después de gobierno, con la alcaldesa. En su afán de que Puebla permanezca bajo el mando de Morena el mandatario tendría dos opciones: apoyar a Rivera Vivanco, aunque el escenario es remoto. O alentar el abstencionismo de su partido que daría un golpe certero a la edil en busca de su reelección.
A esta altura de la contienda electoral, los militantes de Morena y sus simpatizantes que pensaban que Claudia Rivera no tenía obstáculos rumbo a su reelección, estarán padeciendo el desencanto y la simulación del posicionamiento electoral de la edil. Y quienes celebraban que Rivera Vivanco había doblegado al mandatario local estarán arrepentidos, y sin argumentos para redimirse después de junio 6, con quien se perfila como el morenista triunfador de la elección: el gobernador Barbosa. Solo era cuestión de tiempo.